Apostar por la Educación transformadora puede ser el mejor antídoto contra la miopía, la insolidaridad y el egoísmo global. Si algo nos está enseñando este Covid-19 es que estamos conectados. Las cosas afectan al mundo en su conjunto. Las problemáticas son globales y las soluciones, por tanto, también tienen que serlo. Es cierto que los efectos no serán los mismos para todos y todas, pero lo que sí sabemos es que todos y todas nos veremos afectadas. Y entonces, si todo se conecta, ¿pueden estar las personas desconectadas? ¿Podemos ocuparnos únicamente de asuntos individuales o nacionales? ¿Son las redes económicas, de producción, extracción y explotación las únicas posibles? ¿Pueden estar las personas conectadas de otra forma? ¿Se puede globalizar la empatía, la solidaridad? Y en caso afirmativo ¿cómo hacerlo? ¿Es este el momento? Una ciudadanía capaz de interconectarse con otras personas y colectivos en todo el mundo, que incida en lo local para transformar lo global. Promoviendo